Características
En muchos aspectos, Cheap Thrills de Big Brother and the Holding Company es el álbum por excelencia que surgió a raíz del Verano del Amor. Más conocido como el debut de Janis Joplin en un gran sello, el álbum de 1968 llegó cuando el movimiento contracultural estaba en pleno apogeo y antes de que la cooptación, las drogas y la violencia señalaran la caída de la época. Clasificado en el puesto 338 de la lista de los 500 mejores álbumes de todos los tiempos de la revista Rolling Stone, sitúa a una cantante femenina en la posición prominente que tradicionalmente se otorgaba a un hombre y presenta a una banda que vierte un potente cóctel de sonidos psicodélicos, blues y folk que alimentaron la creatividad sin límites de la escena de San Francisco. Producido por John Simon, Cheap Thrills cuenta también con una de las portadas más icónicas y elaboradas de la historia.
- Combination of the Two
- I Need a Man to Love
- Summertime
- Piece of My Heart
- Turtle Blues
- Oh, Sweet Mary
- Ball and Chain
Cortado a 45RPM y prensado en vinilo silencioso en RTI, la reedición analógica del icónico sello de audiófilos intensifica el histórico segundo trabajo del quinteto. Gracias a los surcos más anchos, este prensaje se beneficia de una mayor amplitud, pegada, energía, ritmo y dinámica. El huracanado canto de Joplin reverbera con textura, garra y volumen. Una sorprendente gama de colores y tonos instrumentales se presenta con una separación y profundidad más claras. Mientras que en ediciones anteriores la banda y la voz de Joplin competían por el espacio, ahora ambas emergen como entidades distintas. Cheap Thrills, que siempre se ha caracterizado por su crudeza, suena lo más parecido al directo, un retrato sin adulterar del rock and roll más nervioso, interpretado con un entusiasmo exuberante y una determinación a toda prueba. Es la música más visceral.
Tras haber atraído la atención nacional por su legendaria actuación en el Monterey International Pop Festival de 1967, Big Brother y Joplin se enfrentaron a grandes expectativas para ofrecer un álbum de estudio que transmitiera su vitalidad y potencia sobre el escenario. Cheap Thrills hace esto y mucho más, convirtiéndose en uno de los lanzamientos de mayor éxito comercial de 1968, que se mantuvo en las listas la semana en que Joplin anunció su separación del grupo. Contrariamente a la creencia popular, sólo una de las canciones del álbum, «Ball and Chain», se grabó en directo. Todo lo demás se debe a las desquiciadas interpretaciones que elevan el espíritu y a la verdadera colaboración entre vocalista y banda que se manifiesta a lo largo de los más de 37 minutos de duración del disco. Fusionando la rudeza de una chica motera con el patetismo de un pájaro herido, el expresivo canto de Joplin, sus gemidos de megavatios y sus sensibles canturreos ocupan el centro del escenario. Sin embargo, sus compañeros de banda acompañan cada paso con ritmos explosivos, blues de guitarras pesadas y solos enérgicos que se inspiran en el jazz libre.
En efecto, Cheap Thrills sigue entusiasmando no sólo por la poderosa forma de cantar de Joplin, sino también por los arreglos destructores de límites que reflejan la mentalidad de «todo es posible» de la época. Más que cualquier otro músico con el que se cruzara Joplin, los miembros de Big Brother empujaron los límites de lo convencional a través de veladas en la psicodelia bañada en ácido y sus galaxias sónicas orbitantes. Juntos, pretenden y consiguen un mito aural que establece una conexión permanente entre artista y público mediante la eliminación de las divisiones tradicionales. Ese poder comunitario es evidente en la alucinante versión de «Ball and Chain» de Big Mama Thornton y en la insistente y nervuda «I Need a Man to Love». También es obvio en los momentos más tranquilos, ya sea en los contornos alucinantes, retorcidos y curvilíneos de «Summertime» de George e Ira Gershwin o en el blues acústico contenido y retro de «Turtle Blues».
Sí, Joplin presenta la soledad y la desesperación en un lenguaje catártico que pocos habían escuchado antes o después. Lo que es aún más significativo es la intrepidez, la dureza, la sinergia y el peligro sexual que laten en cada canción, incluido el desafío «Piece of My Heart», que el colectivo ataca con una ferocidad que hace carrera. Al igual que las atrevidas ilustraciones pop-art de Robert Crumb que adornan la portada, atraen y desafían al oyente a entrar en un espacio donde los forasteros corren libres y donde los forajidos se hacen oír por encima del estruendo dominante.